El Misterio de la Segunda Luna de la Tierra
Ciencia 22:53
Crédito imágen Zona Ciencia |
La Luna guarda dos secretos que los astrónomos llevan intentando descifrar desde que las agencias espaciales empezaron a enviar sondas al satélite. Uno hace referencia al proceso de su formación, y el otro al diferente aspecto y composición entre el hemisferio orientado hacia la Tierra y el más alejado, aquél que sólo podemos ver cuando las misiones espaciales a la Luna lo fotografían.
Respecto a la primera incógnita, los científicos están más o menos de acuerdo en que la Luna se originó a partir de los escombros lanzados al espacio por la colisión contra la Tierra de un objeto con un tamaño similar al de Marte. Y ese escenario puede ayudar a aventurar una respuesta para la segunda incógnita.
Dos investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz (UCSC), Erik Asphaug y Martin Jutzi, han realizado varias simulaciones por ordenador que implican la existencia de un segundo satélite de la Tierra que se creó también a partir del material eyectado, y que terminó chocando contra la Luna y formando la elevación de las tierras altas de su cara oculta. Dicha elevación no está presente en el lado que vemos desde nuestro planeta, y la razón detrás de esa asimetría impulsa bastantes de los estudios actuales sobre la Luna.
La simulación de Jutzi y Asphaug muestra que, hace 4.000 millones de años, después de que la Tierra sufriera el impacto que creó la Luna, sus escombros formaron también otro satélite más pequeño, con un tamjavascript:void(0)
año un tercio del de la Luna. Lo habitual habría sido que se fusionara con ella pero, en su lugar, acabó desplazándose a uno de los puntos de Lagrange en el sistema Tierra-Luna. Estos puntos ofrecen estabilidad orbital a los cuerpos que los ocupan durante bastante tiempo, pero algunos de esos cuerpos pueden volver a cambiar sus órbitas. A la segunda Luna le ocurrió precisamente esto, precipitándose de regreso hacia su "hermana mayor".
año un tercio del de la Luna. Lo habitual habría sido que se fusionara con ella pero, en su lugar, acabó desplazándose a uno de los puntos de Lagrange en el sistema Tierra-Luna. Estos puntos ofrecen estabilidad orbital a los cuerpos que los ocupan durante bastante tiempo, pero algunos de esos cuerpos pueden volver a cambiar sus órbitas. A la segunda Luna le ocurrió precisamente esto, precipitándose de regreso hacia su "hermana mayor".
Sin embargo, el impacto entre ambos objetos no fue como solemos imaginar que ocurren estos choques. En realidad, sucedió a una velocidad lo suficientemente lenta como para que no se creara un cráter ni se derritiera el terreno a su alrededor del lugar del choque. En su lugar, los restos del satélite salpicaron la región circundante y se apilaron unos sobre otros, dando lugar a esas tierras altas de la cara oculta de la Luna. Erik Asphaug explicaba a la web de la UCSC que "nuestro modelo funciona con el modelo del impacto gigante de formación de la Luna, que predice que debió haber una enorme cantidad de escombros en órbita de la Tierra, además de la propia Luna. Está de acuerdo con lo que se conoce sobre la estabilidad denámica de us sistema así, el ritmo de enfriamiento de la Luna y las edades de las rocas Lunares".
Los investigadores esperan que este nuevo modelo ayude a explicar algunas de las asimetrías presentes en el satélite. La más evidente es la diferente mofología entres sus dos hemisferios; mientras el orientado a la Tierra está dominado por suaves depresiones de lava (mares), el más alejado luce regiones más montañosas (tierras altas). Además, los análisis hechos sobre la composición de la corteza lunar revelan también variaciones que el trabajo de Asphaug y Jutzi podría explicar.
Dicha corteza está compuesta mayoritariamente por lo que los científicos denominan KREEP; potasio (K), elementos químicos encuadrados en las tierras raras (REE) y fósforo (P). Junto con el uranio y el torio, el KREEP estaba presente en el océano de magma del subsuelo, que se mantenía mientras la roca derretida se iba solidificando bajo la corteza. El impacto de esa segunda luna apretó esa capa de KREEP en el hemisferio contrario, y también es el responsable de los diferentes grosores de la corteza que se han ido midiendo en el satélite.
MÁS DATOS
Aunque esta nueva simulación puede ofrecer un escenario plausible que explique algunos de los misterios sobre la Luna más persistentes, los investigadores afirman que, hasta que futuras misiones espaciales no aporten más datos que complementen los ya disponibles, no será posible confirmar la hipótesis del choque entre las dos lunas o la otra propuesta de que fue el efecto de las fuerzas de marea de la Tierra lo que generó esas tierras altas.
Una de esas misiones es GRAIL, las dos sondas gemelas que la NASA ha enviado a la Luna para medir a fondo su campo gravitatorio. Las variaciones de éste en su superficie da pistas sobre la distribución de material en el interior del satélite y las diferencias entre el manto y la corteza en los dos hemisferios lunares. La teoría de la segunda luna se confirmaría si las rocas de la cara oculta fueran más antiguas que la de la más cercana a la Tierra, lo que apuntaría a que esa segunda luna se habría enfriado más rápido en la colisión.
Sin embargo, muchos científicos señalan que el modo en el que se resolverían definitivamente todas estas dudas sería enviar al hemisferio más alejado una misión de recogida de muestras de su terreno que, después las enviara de regreso a la Tierra. Aunque hay bastante información sobre la composición de la Luna, entre las sondas que ya la han orbitado y las misiones Apolo, se hace necesario recopilar más datos que permitan una mirada más en profundidad.