El número de ciclones que afectan al Ártico están aumentando producto del cambio climático.

Un ciclón extratropical inusualmente grande, de larga duración y potente se situó sobre el Ártico a principios de agosto de 2012. Dos sistemas más pequeños se fusionaron el 5 de agosto para formar la borrasca aludida, que en ese momento ocupó gran parte del mar de Beaufort-Chukchi y la cuenca canadiense. En promedio, los ciclones del Ártico duran aproximadamente 40 horas; mientras que el ciclón del 09 de agosto de 2012, duró más de cinco días.

El sensor VIIRS del satélite Suomi NPP había capturado esta vista del ciclón el 07 de agosto de 2012. El sensor MODIS a bordo de Aqua capturó una imagen en color natural de la tormenta.

Los ciclones del Ártico son más comunes durante el verano que el invierno; sin embargo, los ciclones de verano tienden a ser más débiles que las tormentas que golpean a la región durante el invierno. La presión a nivel del mar central de este ciclón alcanzó unos 964 mb el 06 de agosto de 2012 — un valor más típico de un ciclón de invierno. Esa presión lo sitúa dentro de la más bajas de todos los mínimos presiones a nivel del mar registradas al norte de 70º de latitud, señaló Steve Vavrus, un científico atmosférico de la Universidad de Wisconsin.

El número de ciclones que afectan al Ártico parece estar aumentando. Según un estudio de las tendencias a largo plazo de ciclones del Ártico, (study of long-term Arctic cyclone trends) analizado por un equipo liderado por John Walsh y Xiangdong Zhang de la Universidad de Alaska Fairbanks. Estos han aumentado en el número y en la intensidad de los ciclones del Ártico durante la segunda mitad del siglo XX, particularmente durante el verano.

La causa del aumento de borrascas árticas es una cuestión abierta, pero el cambio climático puede estar detrás de ello. Un estudio publicado en Atmospheric and Oceanic Science Letters, concluyó que el número total de ciclones extratropicales en el Hemisferio Norte disminuiría con el cambio climático, pero en el Océano Ártico y áreas adyacentes se verían más borrascas ligeramente más fuertes en el verano.

Una forma de cómo el cambio climático puede afectar a los ciclones del Ártico es cambiando la temperatura del mar de hielo y del océano. El cambio climático ha causado un retraimiento notable en el mar hielo en las últimas décadas y también ha calentado las temperaturas de las aguas del océano Ártico. Tales cambios pueden proporcionar más energía y humedad para apoyar la persistencia y desarrollo del ciclón, explicó Zhang.

Sin embargo, los científicos que estudian las tormentas extratropicales destacan esa fijación de cómo exactamente el cambio climático está afectando al tamaño, frecuencia, o trayectorias de las borrascas del Ártico. El tema sigue siendo una cuestión importante, pero no resuelta. "El ciclón analizado fue excepcional, y la ocurrencia de tormentas árticas de intensidad extrema es un tema que merece más investigación," señaló Walsh. "Con la cubierta de hielo reducida y con las superficies del mar más cálidas, la ocurrencia de tormentas más intensas, sin duda, es un escenario plausible. La limitación en la actualidad es el pequeño tamaño muestral de acontecimientos excepcionales, pero eso puede cambiar en el futuro".