Decretan estado de calamidad tras devastador terremoto en Guatemala
Terremotos 9:35
Las tareas de rescate se mantienen por parte de los socorristas,
mientras la ayuda internacional es esperada para atender a poblaciones
enteras afectadas.
El presidente de Guatemala, Otto Pérez, declaró el estado de calamidad en la región devastada por el terremoto de 7.4 grados que azotó el oeste del país el miércoles y dejó 52 muertos, y 22 desaparecidos para agilizar la ayuda y la recuperación.
“Hace unos momentos he declarado el estado de calamidad”, afirmó Pérez a periodistas al inicio de un recorrido por las zonas afectadas en el departamento de Quetzaltenango, uno de los más dañados junto con San Marcos, al oeste de la capital.
“El estado de calamidad es decretado por 30 días, (y) se espera que en este período se pueda solventar el porcentaje más alto de daños”, comentó Pérez en su cuenta de la red social Twitter.
Además de San Marcos y Quetzaltenango, la declaración también incluye el sur de Quiché y Huehuetenango con el objetivo de reconocer el nivel de los daños y priorizar acciones, así como cumplir con el protocolo para recibir ayuda internacional, cuyos ofrecimientos han fluido.
Pese a que el servicio eléctrico en la zona se ha restablecido en un 95%, unos 25,000 hogares seguían a oscuras, según el ministro de Energía y Minas, Erick Archila.
Previo a recorrer la zona del desastre, Pérez anunció un nuevo balance del terremoto con 52 muertos, 22 desaparecidos, 2,966 evacuadas y 1,200,000 afectadas en todo el país.
“Tristemente el número de fallecidos va en aumento”, lamentó.
El Ministerio de Finanzas anunció que dispone de 60 millones de dólares para atender la emergencia.
Además, la estatal Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) dijo que ha enviado 44 toneladas de alimentos en ayuda humanitaria para los miles de damnificados.
Rescate
Las patrullas de socorro guatemaltecas rescataron ayer otros cuatro cadáveres de víctimas del terremoto que azotó el oeste del país, en el reinicio de las tareas de búsqueda, informó Sergio Vázquez, vocero del cuerpo de bomberos.
Las tareas de rescate “las empezamos a las seis de la mañana y recuperamos tres cadáveres en San Cristóbal Cucho y otro más en El Recreo”, dijo el portavoz de los cuerpos de socorro.
El municipio de San Cristóbal Cucho, a unos 30 km de San Marcos, donde se contabilizan 14 muertos, entre ellos diez miembros de una misma familia, fue el más devastado.
En cuanto a El Recreo, es una aldea remota a la que solamente se accede por un camino escabroso en vehículo de doble tracción. Allí continuaba la búsqueda de otros cuatro desaparecidos, informó Vázquez.
En esta zona empobrecida y montañosa, la mayoría de las víctimas murieron al derrumbarse sobre ellos sus casas construidas en adobe (lodo seco mezclado con paja) o por caídas de toneladas de rocas y tierra de los cerros circundantes.
Aldea golpeada
El cadáver de un hombre rescatado abrazado a los cuerpos de sus hijos, diez ataúdes de una misma familia en línea, una aldea en llanto. Tres imágenes atroces que pintan a San Cristóbal Cucho a 24 horas del terremoto que azotó Guatemala.
Los Vásquez (matrimonio, seis hijos, dos sobrinos) encontraron la muerte juntos, fueron enterrados vivos en una cantera de donde obtenían materiales para hacer bloques de construcción.
Los rescatistas más curtidos rompieron en lágrimas al encontrar el cadáver del padre abrazado a sus hijos, tratando en vano y hasta el final de protegerlos.
“Justo, mi hermano, se murió. Su mujer Ofelia se murió, y su seis hijos. Y murió mi hijo también (...) él (Justo) abrazó a sus hijitos. Así fue como los encontraron. Todos los vecinos llegaron a rescatar, a sacarlos uno por uno. Todavía (estaban) calentitos” relata Rómulo Vásquez.
El terremoto de 7.4 grados y con epicentro bajo el océano Pacífico golpeó en especial la empobrecida y montañosa zona del occidente guatemalteco, donde la mayoría de las víctimas murieron al derrumbarse sus casas.
La casa que habitaban los Vásquez está sobre la calle principal de San Cristóbal Cucho. Imposible no ubicarla, ya que a decenas de metros se escuchan los llantos desgarradores de familiares y vecinos.
El miércoles, Justo, Ofelia, sus seis hijos de 3 a 14 años y dos sobrinos estaban trabajando todos juntos en la cantera. Poco después de las diez y media de la mañana la tierra comenzó a temblar y desde los cerros cayeron rocas y tierra que los enterraron vivos. Todo el pueblo corrió al lugar, pero fue en vano.
“El pueblo está de luto porque se ha ido una familia entera por la naturaleza que Dios nos ha dado. ¿Qué podemos hacer?”, dijo el alcalde Pedro Cardona.
Temprano, cuando la bruma otoñal de la montaña todavía cubría esta aldea rodeada de volcanes, los vecinos, frustrados por su fracaso en el rescate del miércoles, fueron al velatorio de los Vásquez.
En el patio de la casa un grupo de mujeres con vestimentas tradicionales mayas cuidaba las marmitas donde se preparaba una sopa y café para tratar de reconfortar a los dolientes, mientras un grupo de niños, ajenos al drama, correteaba por el sitio.
Los vecinos ingresan uno a uno a la pieza donde están colocados muy juntos los 10 féretros, mientras en un rincón una mujer mayor, con un rostro surcado por tantas arrugas que hace imposible siquiera tratar de adivinar su edad, llora bajo un gran crucifijo.
“Yo estaba trabajando en un cafetería cuando fue ese temblor tan fuerte. Y hay temor que habrá más temblores”, dijo aún bajo conmoción Gabino Calavilax, otro vecino del pueblo.
“Hace unos momentos he declarado el estado de calamidad”, afirmó Pérez a periodistas al inicio de un recorrido por las zonas afectadas en el departamento de Quetzaltenango, uno de los más dañados junto con San Marcos, al oeste de la capital.
“El estado de calamidad es decretado por 30 días, (y) se espera que en este período se pueda solventar el porcentaje más alto de daños”, comentó Pérez en su cuenta de la red social Twitter.
Además de San Marcos y Quetzaltenango, la declaración también incluye el sur de Quiché y Huehuetenango con el objetivo de reconocer el nivel de los daños y priorizar acciones, así como cumplir con el protocolo para recibir ayuda internacional, cuyos ofrecimientos han fluido.
Pese a que el servicio eléctrico en la zona se ha restablecido en un 95%, unos 25,000 hogares seguían a oscuras, según el ministro de Energía y Minas, Erick Archila.
Previo a recorrer la zona del desastre, Pérez anunció un nuevo balance del terremoto con 52 muertos, 22 desaparecidos, 2,966 evacuadas y 1,200,000 afectadas en todo el país.
“Tristemente el número de fallecidos va en aumento”, lamentó.
El Ministerio de Finanzas anunció que dispone de 60 millones de dólares para atender la emergencia.
Además, la estatal Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) dijo que ha enviado 44 toneladas de alimentos en ayuda humanitaria para los miles de damnificados.
Rescate
Las patrullas de socorro guatemaltecas rescataron ayer otros cuatro cadáveres de víctimas del terremoto que azotó el oeste del país, en el reinicio de las tareas de búsqueda, informó Sergio Vázquez, vocero del cuerpo de bomberos.
Las tareas de rescate “las empezamos a las seis de la mañana y recuperamos tres cadáveres en San Cristóbal Cucho y otro más en El Recreo”, dijo el portavoz de los cuerpos de socorro.
El municipio de San Cristóbal Cucho, a unos 30 km de San Marcos, donde se contabilizan 14 muertos, entre ellos diez miembros de una misma familia, fue el más devastado.
En cuanto a El Recreo, es una aldea remota a la que solamente se accede por un camino escabroso en vehículo de doble tracción. Allí continuaba la búsqueda de otros cuatro desaparecidos, informó Vázquez.
En esta zona empobrecida y montañosa, la mayoría de las víctimas murieron al derrumbarse sobre ellos sus casas construidas en adobe (lodo seco mezclado con paja) o por caídas de toneladas de rocas y tierra de los cerros circundantes.
Aldea golpeada
El cadáver de un hombre rescatado abrazado a los cuerpos de sus hijos, diez ataúdes de una misma familia en línea, una aldea en llanto. Tres imágenes atroces que pintan a San Cristóbal Cucho a 24 horas del terremoto que azotó Guatemala.
Los Vásquez (matrimonio, seis hijos, dos sobrinos) encontraron la muerte juntos, fueron enterrados vivos en una cantera de donde obtenían materiales para hacer bloques de construcción.
Los rescatistas más curtidos rompieron en lágrimas al encontrar el cadáver del padre abrazado a sus hijos, tratando en vano y hasta el final de protegerlos.
“Justo, mi hermano, se murió. Su mujer Ofelia se murió, y su seis hijos. Y murió mi hijo también (...) él (Justo) abrazó a sus hijitos. Así fue como los encontraron. Todos los vecinos llegaron a rescatar, a sacarlos uno por uno. Todavía (estaban) calentitos” relata Rómulo Vásquez.
El terremoto de 7.4 grados y con epicentro bajo el océano Pacífico golpeó en especial la empobrecida y montañosa zona del occidente guatemalteco, donde la mayoría de las víctimas murieron al derrumbarse sus casas.
La casa que habitaban los Vásquez está sobre la calle principal de San Cristóbal Cucho. Imposible no ubicarla, ya que a decenas de metros se escuchan los llantos desgarradores de familiares y vecinos.
El miércoles, Justo, Ofelia, sus seis hijos de 3 a 14 años y dos sobrinos estaban trabajando todos juntos en la cantera. Poco después de las diez y media de la mañana la tierra comenzó a temblar y desde los cerros cayeron rocas y tierra que los enterraron vivos. Todo el pueblo corrió al lugar, pero fue en vano.
“El pueblo está de luto porque se ha ido una familia entera por la naturaleza que Dios nos ha dado. ¿Qué podemos hacer?”, dijo el alcalde Pedro Cardona.
Temprano, cuando la bruma otoñal de la montaña todavía cubría esta aldea rodeada de volcanes, los vecinos, frustrados por su fracaso en el rescate del miércoles, fueron al velatorio de los Vásquez.
En el patio de la casa un grupo de mujeres con vestimentas tradicionales mayas cuidaba las marmitas donde se preparaba una sopa y café para tratar de reconfortar a los dolientes, mientras un grupo de niños, ajenos al drama, correteaba por el sitio.
Los vecinos ingresan uno a uno a la pieza donde están colocados muy juntos los 10 féretros, mientras en un rincón una mujer mayor, con un rostro surcado por tantas arrugas que hace imposible siquiera tratar de adivinar su edad, llora bajo un gran crucifijo.
“Yo estaba trabajando en un cafetería cuando fue ese temblor tan fuerte. Y hay temor que habrá más temblores”, dijo aún bajo conmoción Gabino Calavilax, otro vecino del pueblo.
Fuentes: El heraldo
Posteado por Valterber
el 9:35.
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