Máquinas del futuro en la antigüedad
Ciencia 2:25
Hace dos milenios ya existían  aparatos para medir los movimientos planetarios o ingenios articulados  que se asemejarían a un robot. 
|  | 
| Máquina de Antikitera que se encuentra en el Museo Arqueológico de Atenas. | 
El  astrónomo observa el cielo. Entre el brillante firmamento reconoce a  Venus. Inmediatamente maneja con destreza un complejo instrumento que le  permite medir el movimiento del planeta. Realiza las correspondientes  anotaciones. Repite la misma operación una y otra vez. Noche tras noche.  Poco a poco va descubriendo los secretos del espacio. Pero no se trata  de un científico de la NASA, sino de una mente curiosa de hace 2.000  años.
 La tecnología de la antigüedad es mucho más que la  elaboración de jarrones, cerámicas, espadas o escudos. Las grandes  civilizaciones han demostrado poseer un conocimiento de la ingeniería  muy completo que sólo el paso de la historia ha borrado. Las pirámides egipcias  o de Mesoamérica son un claro recordatorio del dominio de la ciencia en  épocas muy remotas. Pero estas grandes obras de la humanidad no habrían  existido sin otras herramientas más pequeños y desconocidos que siguen  desafiando y sorprendiendo a los arqueólogos. 
 Instrumentos para medir con precisión los desplazamientos  planetarios y calcular la distancias entre las estrellas. Robots  capaces de desplazarse con total autonomía o calculadoras para realizar  operaciones matemáticas. Aunque parezcan herramientas del siglo XXI  fueron usadas hace milenios. Son una especie de máquinas del futuro en  el pasado. 
 Uno de los artilugios más sorprendentes y enigmáticos de la antigüedad es la conocida como máquina de Antikitera.  Se trata de un instrumento astronómico capaz de medir los  desplazamientos del Sol y la Luna, además de otros planetas como Marte y  Venus, que permaneció oculta durante 2.000 años. Fue recuperada  casualmente de una galera del año 80 a.C. hundida en el mar Egeo en una  expedición del año 1900. 
 |  | 
| Recreación de la máquina de Antikitera. | 
Pero, entre las cerámicas y monedas de la época  rescatadas del pecio, este extraño artilugio pasó desapercibido una vez  más. Medio siglo después, el arqueólogo Dereck de Solla Price desveló  su verdadera naturaleza. La máquina estaba compuesta por un complejo  sistema de engranajes basado en una rueda central de doscientas  secciones encajada milimétricamente en otras cuarenta ruedas dentadas.  Mediante cálculos diferenciales el aparato podía medir con precisión la  posición de los astros y predecir los eclipses. En la actualidad, esta  máquina puede admirarse en el Museo Arqueológico de Atenas.
 Lentes de cuarzo 
 Pero los antiguos no sólo construían máquinas capaces de  ver en el espacio, sino que desarrollaron una tecnología en el campo de  la óptica que les permitía corregir defectos en la visión humana. La lente de Layard,  que se encuentra en el Museo Británico, es un ejemplo conocido. Su  nombre se debe a su descubridor en 1849, Austen Henry Layard. Datada en  el siglo VII a. C, era un monóculo fabricado sobre una pieza de cuarzo  que fue tallada para adaptarse al ojo humano y corregir el astigmatismo.  Sin embargo, el cuarzo es un elemento muy resistente que en la  actualidad es manipulado con láser. Aún se desconoce que medio usaban  para moldear tan duro material. Además, la lente de Layard no es un caso  único. Se han hallado numerosas lentes perfectamente pulidas en  yacimientos de la antigua Troya, Éfeso, Cartago, Egipto o en la cultura  olmeca. 
Pero los antiguos también se atrevieron con el campo de  la robótica. En los textos clásicos ya se describen algunos autómatas  capaces de gesticular e incluso andar, como estatuas de dioses  articuladas. Un caso documentado es el de Arquitas de Tarento,  un pensador de la Grecia clásica contemporáneo de Platón. Además de  filósofo y matemático, también destacó por sus complejos artilugios.  Intentó construir un pájaro volador de madera, es decir, un robot. En la  Edad Media estos aparatos articulados se perfeccionaron, aunque la  mayoría estaban relacionados con la relojería, un auténtico arte. 
En la actualidad, los arqueólogos prosiguen con las  excavaciones y los expertos estudiando cada artilugio encontrado para  desentrañar la rica tecnología del pasado y demostrar que el ingenio ha  existido siempre. 
                                                                 Fuentes: elcorreo.com 
 
